1Nada más entrar en el local me recibe el matrimonio formado por Annalisa y Joaquín, que regentan este restaurante situado en el barrio de Teatinos desde diciembre de 2010. Venían de trabajar en el restaurante Auditorio de Oviedo, donde se habían conocido 10 años atrás. Annalisa había recalado allí desde Italia con una beca de la Escuela de Hostelería de Cerdeña. Allí conoce a Joaquín, joven moscón pero con una ya larga experiencia en el mundo de la hostelería, pues se había iniciado como pinche a los 16 años en el mítico restaurante Marchica, en el que siguió trabajando hasta el cierre del negocio.

Nada más entrar en el local me recibe el matrimonio formado por Annalisa y Joaquín, que regentan este restaurante situado en el barrio de Teatinos desde diciembre de 2010. Venían de trabajar en el restaurante Auditorio de Oviedo, donde se habían conocido 10 años atrás. Annalisa había recalado allí desde Italia con una beca de la Escuela de Hostelería de Cerdeña. Allí conoce a Joaquín, joven moscón pero con una ya larga experiencia en el mundo de la hostelería, pues se había iniciado como pinche a los 16 años en el mítico restaurante Marchica, en el que siguió trabajando hasta el cierre del negocio.

Es éste un local pequeñito y acogedor, con una primera zona con barra y cuatro mesas donde los clientes habituales se reúnen y pueden disfrutar de un buen lugar para charlar acompañados de una gran variedad de bebidas, a reseñar su cuidada selección de vinos, a la vez que saborean alguna de sus tapas. En el interior me encuentro un coqueto y pequeño comedor con 8 mesas en el que encontramos un ambiente hogareño, muy acorde con la atención y el trato recibidos. Dispone también de terraza cubierta donde se puede tanto tomarse un aperitivo como comer o picar algo.

Cuando le echo un ojo a la carta veo enseguida que lo que nos ofrecen Annalisa y Joaquín son un montón de experiencias propias. No encuentro sofisticación, no hace falta, en sus platos luce el producto, se le cuida y se le mima. Esto no significa que hayan renunciado a la innovación, prueba de ello son sus ensaladas, siempre frescas y originales, pero la tradición y experiencia de la comida casera se hace notar en la mayoría de sus platos. Sus guisos de carrilleras, calamares en su tinta, mollejas… me trasladan a los fogones de casa de mi madre o mi abuela, cuando antes de cruzar la puerta ya estaba disfrutando de la comida con aquel increíble aroma que nunca se olvida. Acompañando a la cocina tradicional pero sin mezclarse con ella me encuentro con una selección de gastronomía italiana que nos ofrece Annalisa cada última semana de mes. Platos tradicionales italianos con las recetas traídas de su tierra natal, merece la pena probarlos.

Mención también a los postres, todos caseros. No dejéis de probar el tiramisú o el tocinillo de cielo.

Cuando me siento a charlar con Annalisa y Joaquín en seguida percibo la unión que hay en ellos. Una pareja, un equipo, el engranaje perfecto para el restaurante que regentan. La Taberna Salcedo no se entiende sin estas dos piezas, el saber estar y la atención de Joaquín combinan a la perfección con el arte de la cocina y el cariño a los comensales que brinda Annalisa. Les acompañan sus 3 empleados Laura, Miguel y Carlos, aunque en ocasiones llegan a ser 7. Tiene Joaquín claro que los tiempos han cambiado y los gustos de la gente también. Ahora se comparte más en la mesa, la costumbre de pedir dos platos por comensal casi ha desaparecido. Amoldarse a ello es fundamental, el cliente manda. Sus clientes son casi todos fijos, un 85% calcula, aunque la clientela sigue subiendo. Se nutren principalmente de clientes de la zona, aunque cada vez les llegan de más sitios, teniendo gente fija de todo Oviedo y de otras localidades asturianas.

El presente es prometedor, el negocio sigue creciendo. El futuro, afianzar el negocio y estar abierto a nuevas oportunidades. Son Annalisa y Joaquín una pareja con un tremendo potencial, saben lo que quieren y cómo lo quieren y tienen la fuerza y el coraje necesarios para conseguirlo.